Yo y NY (vista desde el Rockefeller Center)
Me encanta viajar.
Cada nuevo lugar, cada nueva aventura, cada nueva comida y cada nueva experiencia me llenan inmensamente. La emoción de decidir a donde ir, la planeación, el investigar exhaustivamente, el comprar mil cosas, los nervios del día antes de partir, el subirme al avión, el llegar por primera vez a ese lugar que tanto ansie conocer, el empezar a entender el nuevo lugar y todo el descubrimiento posterior son como una droga que poco a poco trabaja con mi cuerpo y alma, que exije mas y mas y que necesita de un nuevo destino para encender en mi una nueva chispa, un nuevo destino y un nuevo objetivo.
Nueva York no fue la excepción, desde hace algún tiempo lo traía en la mente y cuando menos lo pensé todas las piezas se fueron acomodando (el boucher de 400 dólares que le dieron a mi papá por un mal servicio y que el a su vez me regaló, el puente de semana santa que coincidentemente caía en mi cumpleaños, el poder disponer de dos días de vacaciones en el trabajo aún cuando hacía solo 6 meses me había ido 3 semanas de vacaciones a Grecia y Turquía y el que mi hermano haya aceptado acompañarme) y así sin mas estaba volando rumbo a la ciudad de los rascacielos.
Sobra decir que la pase muy bien en una ciudad que tiene todo para ser el lugar perfecto para vivir, que esta en constante movimiento y que casi podría decir que tiene vida propia.
¿Cual será el próximo destino? Muchos lugares vienen a mi cabeza... Tokyo, Río, Budapest... ya veremos...