En verdad que me afectan las despedidas. En esta ocasión
fue mi amiga L del trabajo, quien se convirtió en mi mejor amiga del trabajo
por una temporada y quien decidió renunciar y embarcarse en un reto profesional mucho más grande y retador.
Aunque no estaba contenta con el trabajo o con la
empresa, siempre me hacía reír y su ingenio y risas eran muy contagiosos.
Pasamos por todo, cambio de director, cambio de jefes,
cambio (o mejor dicho incremento) de actividades y responsabilidades, personas
que se fueron y personas que llegaron.
Aunque quizá ya no teníamos tanta comunicación como antes
(nos cambiaron de lugar y de pasillo) siempre era genial poder platicar al
menos unos cuantos minutos con ella.
También creo que su opinión crítica y objetiva (a veces
no tanto jaja) siempre se reflejaba en todos los consejos que me daba sobre mis
mil y una inseguridades laborales.
El día en que se fue (la semana pasada) no se despidió de
nadie, quizá así fue mejor pero yo me quedé con esa sensación de no haber
podido cerrar ese ciclo. Quizá ese ciclo no estaba destinado a cerrarse pues la
amistad siempre seguirá.
Creo que me quedo con sus ganas de buscar cosas mejores,
de ser un buen amigo y de siempre motivarme a buscar lo que quiero.
Espero que esta no sea una despedida.
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